Brevísima entrada de “puesta al día”: ya estamos de vuelta de Barcelona. Fue todo muy bien, y Escèptics nos trataron estupendamente: trabajando en fin de semana, en algunos casos con menos tiempo de sueño del que yo paso lavándome los dientes, y pendientes de que estuviéramos siempre cómodos. No olvidaré los trucos de Juan –¡que no explicó en ningún caso, que quede muy claro!–, el metabolismo rápido de Eneko ni la moderación casi británica de los calificativos con los que presenta Juan Pablo a sus ponentes. Eso sí, si alguien me hubiera informado de que a Maite no le gusta Monty Python, esta charla no hubiera tenido lugar.
Tonterías aparte, las malas noticias primero: debido a un problema técnico con la grabación del sonido (no fue posible conectar la salida de audio a la entrada de la cámara), no sé si la grabación de la charla tendrá un sonido aceptable o no. Además, la grabación terminó antes de que lo hicieran las preguntas, con lo que en algún punto se corta –afortunadamente, tras el grueso de la charla en sí–. Estamos a la espera de noticias.
Por lo demás, fue un verdadero placer gracias a organizadores y asistentes. Por cierto, a quienes os acercásteis a decirme cosas bonitas antes y después de la charla, ¡gracias y lo siento! Uno es tímido, y que le suban los colores así agrava el problema. De modo que, aunque no lo pareciese, me encantaron esos encuentros pese a lo poco expresivo que pudiera resultar. A quienes no os acercásteis pero se notaba que lo hubiérais hecho si vuestra propia timidez no lo impidiera: no hace falta que expliquéis nada, hermanos míos.
Aunque no tuve tanto tiempo como me hubiera gustado, con lo que se me quedaron cosas en el tintero, intenté tres cosas: hacer reír al menos una vez por lo sanísimo que es (suele ser fácil), inspirar un poco al menos una vez (un poco más difícil) y, lo que más me cuesta por lo cobarde que soy, intentar decir cosas que no nos gusta escuchar pero que necesitamos escuchar de vez en cuando. Me aterroriza dar charlas en plan “qué listos y qué buenos somos, cuánto nos gustamos unos a otros y qué ignorante es la gente” cuando el público es bastante homogéneo, pero también me gusta gustar, como a todo hijo de vecino, con lo que la tentación es grande.
Pero no quiero decir más, porque es como contar una película antes de verla –si se puede ver en este caso, que aún no lo sabemos–; además, si el mensaje no funciona por sí solo y hace falta explicarlo, menuda patata de charla resultaría haber sido. En cuanto sepa algo del vídeo y, si es posible, un enlace para verlo, lo digo por aquí.