Como bien sabéis los habituales, en ¿Has leído…? recomendamos libros de ciencia-ficción (y, de vez en cuando, de fantasía). Siempre intento no destripar la historia pero, al mismo tiempo, dar la suficiente información para que sea posible saber si el libro va a gustarte o no.
La última recomendación, Heliconia, era un ladrillo: serio, sesudo, profundo y muuuy largo. Por eso hoy he elegido un estilo completamente distinto. Hablaremos de una serie de libritos cortos y deliciosos, escritos por el recientemente fallecido Harry Harrison, dedicados a un personaje inimitable, la rata de acero inoxidable.
Aunque posteriormente se convirtieran en una serie de varias novelas, la rata de acero inoxidable apareció originalmente en una historia corta en 1957, como era lo habitual en la época. Por entonces, las revistas de historias de ciencia-ficción eran muy populares en los Estados Unidos, y muchos autores eran tremendamente prolíficos en ellas –en parte por lo poco que cobraban por cada historia–.
Harrison escribió un pequeño cuento para Astounding en 1957 llamado The Stainless Steel Rat (La rata de acero inoxidable), centrada en el personaje entrañable del mismo nombre. La historia era satírica, de picaresca mezclada con ciencia-ficción y, en muchos aspectos, diferente de las habituales en la época.
A mediados del siglo XX la mayor parte de las historias y novelas de ciencia-ficción eran, moralmente hablando, en “blanco y negro”: los buenos eran buenos, los malos malos y las cosas estaban bien claritas en este aspecto. Pero no en la historia de Harrison.
El nombre real de la rata de acero inoxidable es James Bolivar diGriz, que también es conocido como Jim el resbaladizo. Es un ladrón de guante blanco de una habilidad excepcional, en una sociedad futurista en la que el crimen es prácticamente desconocido. La tecnología ha avanzado tanto que es casi imposible cometer uno sin ser cazado, con lo que sólo los más hábiles criminales pueden serlo durante cierto tiempo. Además, es posible incluso modificar la personalidad de la gente artificialmente, con lo que es posible “reformar” a un ladrón y hacerlo un ciudadano perfectamente honrado… si se lo atrapa, claro. Y Jim es una rata que se cuela por los minúsculos huecos que aún quedan en esta sociedad tan “domesticada”.
De modo que el protagonista no es un héroe, sino un antihéroe… pero sólo hasta cierto punto. Sí, Jim es un ladrón pero, al mismo tiempo, tiene un sentido moral muy bien definido, y reglas que siempre cumple a rajatabla. Por ejemplo, matar es algo inaceptable para él. Incluso al robar tiene cuidado: sólo roba a empresas que estén aseguradas, puesto que así quien pierde es la aseguradora (lo que te dice la opinión de esta rata sobre las empresas de seguros).
Por lo tanto, aunque nuestro antihéroe cometa crímenes, y aunque la policía lo persiga con razón, sigue siendo una buena persona: estés o no de acuerdo con su manera de ver las cosas, me parece completamente imposible conocer a Jim el resbaladizo al leer a Harrison y no tenerle una gran simpatía por muchas tropelías que cometa. Sí, se trata de uno de esos libros en los que, cuando la policía está a punto de atrapar al ladrón, estás deseando que se escape.
No sólo Jim es de esta manera: aunque haya malos realmente malos, el tono de las historias siempre es ligero. En eso sí es típica de la época, y debes ser consciente de ello porque determinará en gran medida si disfrutas el libro o no: son historias ingenuas y “limpias”, como las de Asimov, sin dobleces morales ni los tonos grises –más realistas pero también más deprimentes– de novelas más modernas. Hay gente a quien esto le resulta irritante, y a otros –me incluyo, evidentemente– nos parece un soplo de aire fresco de vez en cuando.
Además de ser ligeras, las historias están llenas de humor elegante e irónico, aunque no sean de risa, ya que hay un argumento interesante detrás. El humor aparece en los personajes –hay robots inolvidables–, en las vueltas de tuerca de las historias, en algunas de las situaciones delirantes en las que se ve envuelto Jim… no son libros para reír a carcajadas como puede pasar con Terry Pratchett, pero sí consiguen algo que me parece la razón fundamental para que merezca la pena leerlos, y tanto es así que lo dejo en su propia línea:
Al leer las historias de la rata de acero inoxidable te encontrarás a menudo sonriendo.
Sí, tal vez no te desvelen los entresijos del alma humana ni aprendas muchas cosas nuevas, pero pasarás un buen rato y seguramente olvidarás problemas que sí son profundos pero no tienen solución. De vez en cuando no está mal correr una aventura junto a James DiGriz y compañía –porque otros personajes secundarios, que no puedo desvelar porque destrozo la historia, también son deliciosos–, haciendo de las suyas por la Galaxia.
Tras la publicación de la historia corta, Harry Harrison siguió escribiendo hasta tener una primera novela titulada como la historia. En ella Jim se ve envuelto en problemas que nunca podría haber imaginado –y que, como comprenderás, no voy a contarte aquí– y conoce a varios de los personajes recurrentes en novelas posteriores. Lo bueno de esta serie es que puedes leer simplemente esta primera novela, que es corta y ligera con lo que se lee muy rápido, y creo que te resultará evidente si el estilo te gusta o no.
Harry Harrison (1925-2012) (Szymon Sokół/ CC Attribution-Sharealike License).
En otras posteriores se mezclan viajes en el tiempo, alienígenas, episodios de la juventud de Jim… vamos, de todo, pero siempre aderezado con el estilo de Harrison en esta serie. De hecho, el autor siguió publicando novelas de la rata poco a poco a lo largo de los años hasta su muerte (intercaladas con otras, desde luego, porque no es ésta la única obra del estadounidense). Harrison murió el agosto pasado, y no se me ocurre mejor manera de honrar su recuerdo que sonreír frente a las andanzas del sinvergüenza de Jim.
Que yo sepa, sólo los dos primeros libros de la serie (La rata de acero inoxidable y La venganza de la rata de acero inoxidable) han sido traducidos al castellano, y mucho me temo que ya no están a la venta en casi ninguna parte. Sin embargo, en inglés es muy fácil conseguirlos por muy poco dinero de segunda mano (una simple búsqueda de “stainless steel rat” en Amazon os dará una idea, pero son precios muy razonables).
Y, como siempre, una mera búsqueda en Google proporciona múltiples descargas de los libros en formato electrónico aunque, como siempre, os pido que no pongáis enlaces en comentarios: ya tengo bastantes problemas en mi vida.
De cualquier modo que los consigáis, ¡ojalá sea un placer leerlos, como lo fue en mi caso!