Como bien sabéis los habituales, apenas escribo noticias en El Tamiz: no tengo tiempo de hacerlo de inmediato, y para cuando me pusiera a hacerlo ya se habría escrito sobre ellas mejor de lo que puedo hacerlo yo. Pero hay veces, como hoy, en las que no puedo evitar hacerlo, porque la noticia en cuestión es tan revolucionaria que no la puedo ignorar.
Aunque en un momento la desarrollaremos más, me refiero a la noticia de que científicos surcoreanos han logrado realizar una copia idéntica de un ser vivo empleando el teletransporte cuántico. Sé que la cosa suena sorprendente, pero espera a escuchar la historia completa.
Hemos hablado hace mucho tiempo del concepto de entrelazamiento en Cuántica sin fórmulas, así como del de teletransporte cuántico. Como vimos entonces, no se trata de un teletransporte real – más bien se trata de replicar el estado cuántico de una o más partículas de modo que otras, situadas arbitrariamente lejos, adquieran el mismo estado. Si no has leído esas dos entradas, te recomiendo que lo hagas antes de seguir con ésta o te va a costar mucho asimilarla, por cierto.
Este “teletransporte” es perfectamente viable para sistemas muy simples, formados por uno o pocos átomos: la cantidad de información que es necesario transmitir para realizar la replicación de los estados cuánticos es pequeña, y mantener las partículas entrelazadas es bastante fácil. Hasta ahora se había logrado realizar teletransportes de moléculas razonablemente ligeras a distancias no demasiado largas.
El problema práctico, no teórico, es que al aumentar el número de partículas involucradas la cantidad de información y la dificultad de mantener el entrelazamiento aumentan hasta hacer el proceso inviable… o, al menos, así era hasta hace un par de meses.
Un equipo de científicos de la Universidad Nacional de Seúl, dirigidos por el doctor Kim-Jung Woo, han conseguido algo que nunca se había logrado antes: emplear el teletransporte para realizar una copia idéntica, al nivel de estados cuánticos, de un ser vivo completo.
Espero que comprendas la dificultad descomunal de todo esto: es necesario transmitir una cantidad de información descomunal, la correspondiente al estado de todos y cada uno de los átomos del cuerpo del ser vivo, mientras se mantiene el entrelazamiento a pares de átomos entre todos los de la fuente y el destino. Y cualquier ser vivo, incluso el organismo unicelular más simple, tiene un número ingente de átomos formando sus moléculas.
El equipo de Woo no ha realizado, por tanto, ningún avance teórico, pero sí uno práctico que podría revolucionar nuestro mundo. Para conseguirlo, de acuerdo con Woo,
[…] por un lado hemos limitado la distancia a unos pocos metros, y el tiempo de entrelazamiento al mínimo, unos cuantos segundos: el necesario para transmitir los aproximadamente 3·1017 TB de información que determina el estado completo del individuo.
Básicamente, los científicos han empezado la transferencia con un conjunto de átomos “desordenados” como destino. En las primeras pruebas, para realizar copias exactas de organismos muy simples, el destino era un conjunto de células muertas de la piel, ya que contienen suficientes átomos comunes en la materia orgánica como para realizar el entrelazamiento rápidamente.
Pero el equipo de Woo ha ido mucho más allá. En palabras del responsable de la materia de destino, Kim-Jung Woo,
Al principio clonamos amebas, tripanosomas y luego piojos. Pero nuestro objetivo estaba muy claro, ya que la importancia médica es imposible de obviar: la clonación cuántica de un ser humano […] Para ello, la cantidad de materia orgánica es bastante grande, y recurrimos a un cerdo como materia desordenada de destino, ya que ello minimizaba la transferencia de información.
Pero es muy difícil asimilar la cantidad de información contenida en el estado cuántico completo de un ser humano de unos 80 kg: unos 3·1017 terabytes. Para que te hagas una idea, un disco duro de 1TB puede tener unos 2 cm de grosor. ¡Para conseguir 3·1017 terabytes haría falta apilar medio año-luz de discos duros!
¿La solución? La computación cuántica. Los científicos surcoreanos han construido la red más poderosa de ordenadores cuánticos creada jamás. Durante los diez segundos del funcionamiento de la prueba final del experimento, fue necesario apagar las luces de más de la mitad de Seúl para que los ordenadores pudieran alimentarse de la energía necesaria.
De acuerdo con Kim-Jung Woo, responsable de la red de computación cuántica,
Aquí se encuentra la principal limitación de esta tecnología. El consumo energético necesario para transmitir el estado de un solo ser humano equivale a varias decenas de millones de dólares, y sólo los más ricos podrán permitírselo.
¿Para qué querría alguien realizar una clonación cuántica de su propio cuerpo? Para realizar transplantes, por ejemplo: incluso aunque la investigación sobre células madre siga avanzando hasta que podamos crear un riñón en laboratorio, por ejemplo, el proceso siempre durará meses o años. Pero la clonación cuántica es instantánea: bastan unas chuletas de cerdo en un extremo, el ser humano en el otro, y en unos segundos habrá dos seres humanos idénticos, con órganos y estructuras indistinguibles.
De este modo, partiendo de una copia idéntica de cualquier órgano, sería posible modificarlo a posteriori para que tuviera las características adecuadas; también sería posible realizar operaciones quirúrgicas arriesgadas en un paciente de manera que, si se daña algún órgano, se pueda reemplazar con la copia idéntica.
Sin embargo, la técnica supone un dilema ético terrible: pronto, el equipo de Woo descubrió que la mente del ser humano está definida única y exclusivamente por el estado cuántico de cada átomo del sistema nervioso. Esto significa que al realizar la clonación cuántica de una persona, la fuente y el destino son mentalmente iguales, incluyendo la conciencia de sí.
El problema es el siguiente: si se acaba con la vida del clon creado ex profeso para ello, ¿estamos cometiendo un asesinato? Si su mente es la misma que la del original, ¿no es un ser humano moral y legalmente tan legítimo como el primero?
De acuerdo con Kim-Jung Woo, la solución es clara. Nadie puede decidir eso más que el propio individuo:
Así lo hicimos con el sujeto de prueba, Kim-Jung Woo. Una vez hecha la copia para extraer órganos, le preguntamos al original si quería realizar el proceso, y accedió. Después de la replicación le preguntamos de nuevo, y también accedió, ya que consideraba que la copia sería redundante y “él mismo” era el original… pero claro, se lo habíamos preguntado a la copia, aunque no lo supiera.
El Kim-Jung Woo orginal, de acuerdo con el doctor Woo, ya no existe, pero no importa porque sí existe en la forma de Kim-Jung Woo, el actual director del proyecto. El resto de firmantes del paper, que sin duda se llevará el Nobel de medicina de este año, son Kim-Jung Woo, Kim-Jung Woo, Kim-Jung Woo, Kim-Jung Woo, Kim-Jung Woo y Kim-Jung Woo.
Para saber más, aquí tenéis la rueda de prensa de la Universidad Nacional de Seúl sobre el asunto.
Nota: Este artículo fue publicado el día 28 de Diciembre de 2014, Día de los Santos Inocentes. Todo lo que has leído es mentira, pero si te ha hecho sonreír, ha merecido la pena.