La espintrónica continúa su avance. La idea de utilizar hilos en vez de discos duros para almacenar datos no es nueva, pero parece que acaba de pasar de la teoría a la realidad: un equipo de científicos de varios países han logrado mover dominios magnéticos a lo largo de un hilo metálico a unos 110 m/s utilizando pulsos eléctricos de unos nanosegundos de duración.
El equipo, del que forman parte organismos como la Universidad de Hamburgo y el Lawrence Berkeley National Laboratory de California, ha construido un dispositivo que da la vuelta al concepto de “disco duro”. Se trata de un hilo muy fino (de unas micras de diámetro), hecho de permalloy (hierro y níquel), que almacena la información mediante la orientación de sus dominios magnéticos, creados mediante un campo magnético externo (hasta aquí, igual que un disco duro).
Pero, al contrario que en un disco duro, este dispositivo no tiene partes móviles: no hace falta ningún motor, ni que gire nada, ni ningún otro proceso mecánico. El hilo está fijado en un chip de silicio: _los dominios magnéticos se mueven a lo largo del hilo cuando éste es recorrido por pulsos de corriente eléctrica “espín polarizada” _(es decir, en la que los espines de los electrones están todos orientados igual) de unos pocos nanosegundos de duración.
Puedes imaginarlo así: la información está almacenada en el hilo como las bolas de un ábaco. Para leer la información hay un lector fijo en un punto del ábaco, y cuando quiero acceder a una bola en particular deslizo todas las bolas a lo largo del ábaco hacia un lado u otro para que la que quiero “leer” se encuentre justo delante del lector. Ni el lector ni el ábaco se mueven, sólo las bolas (los dominios magnéticos) lo hacen.
La teoría no es nueva. IBM ya intentó construir un hilo de este tipo en 2004, pero no consiguió un prototipo que funcionase correctamente. ¿Por qué han tenido éxito estos científicos cuando IBM fracasó en 2004? La razón parece estar en que Big Blue utilizaba pulsos demasiado largos (de unos microsegundos de duración), lo cual hacía que los dominios magnéticos a veces se quedaran “atascados” y no deslizaran a la velocidad adecuada. A pesar de que la teoría predecía velocidades muy grandes, los ingenieros de IBM lograron velocidades mucho menores que las predichas (hasta mil veces más lentas), lo cual no permitía un uso práctico de la tecnología.
Las ventajas de este sistema respecto a los discos duros son muchas: al no haber partes móviles, el tiempo de vida y la fiabilidad del aparato sería mucho mayor. Además, la intensidad de las corrientes (y su duración) es mucho menor que en un disco duro (no hay que mover motores de ningún tipo), de manera que gastaría mucha menos energía y se calentaría menos. Finalmente, el grosor del hilo es tan minúsculo que podría ocupar mucho menos sitio que un disco duro.
Desde luego, hay otros contendientes para suceder al disco duro como base de almacenamiento de información, con lo que no sabemos aún si los “hilos finos” serán los nuevos “discos duros” o no. Para empezar, la tecnología debe perfeccionarse de manera que no haya imperfecciones en el hilo: la forma y el material del hilo tienen que ser de una gran perfección, o los dominios a veces no se deslizan como deberían (o se quedan “atascados”), de modo que los científicos siguen estudiando cómo fabricar hilos que sean consistentemente perfectos o cómo controlar las imperfecciones (o los pulsos) para que los dominios se muevan siempre a gran velocidad.
Para saber más: Artículo en New Scientist.