Es evidente que, a gran escala, son los grandes aerogeneradores los que van a proporcionar soluciones para el problema energético, pero también está claro que esa escala es sólo accesible para las grandes empresas eléctricas. Las infraestructuras a pequeña escala, por otro lado, suelen ser caras y no muy eficientes. Muchas familias del tercer mundo, por ejemplo, utilizan generadores de queroseno para producir su energía eléctrica, lo cual (además de peligroso) es caro y contaminante. Pero, por otro lado, no pueden permitirse paneles solares o aerogeneradores convencionales, que son muy caros y, cuando se rompen, son difíciles (o imposibles) de reparar para ellos.
De ahí que la propuesta de Shawn Frayne sea interesante: este inventor de California ha diseñado un aerogenerador de pequeña escala y bajísimo coste que utiliza el flameo aeroelástico (la vibración inducida por el viento en una superficie elástica) para generar energía eléctrica. Su idea ha obtenido uno de los premios a la innovación de la revista Popular Mechanics, ya que, además de ingenioso, es muy barato de construir y su sencillez mecánica lo hace fácil de mantener.
Frayne empezó a pensar en el concepto de su cinturón de viento (así llama a su invención) tras ver el famoso video sobre el puente de Tacoma Narrows, que se desplomó debido al viento que lo hace oscilar. Aunque el caso de Tacoma Narrows se trata de un caso extremo, sirvió de idea a este joven inventor para tratar de idear un modelo de aerogenerador que no tuviera aspas: no sólo eso, sino que no tuviera ningún elemento rotatorio, ni rodamientos, ni nada parecido.
Su sistema funciona de la siguiente manera: una membrana elástica tensa, sujeta por sus dos extremos a un soporte. En cada extremo hay dos bobinas, una sobre la membrana y otra debajo y, pegado a la membrana, un imán en cada extremo. Cuando la membrana recibe una corriente de aire, vibra (técnicamente, flamea, uno de los fenómenos de la aeroelasticidad). El prototipo que vas a ver es muy pequeño, de modo que no hace falta mucho viento para que vibre, y los imanes se mueven entre las dos bobinas muy rápido, variando el flujo del campo magnético que atraviesa las bobinas e induciendo en ellas, por lo tanto, una corriente eléctrica.
La potencia generada por el prototipo, desde luego, es muy pequeña: como verás en el video, es capaz de encender LEDs, un reloj y una radio. Sin embargo, el precio es también irrisorio, y la escalabilidad no es mala: pueden hacerse versiones más grandes sin demasiada dificultad, y pueden ponerse baterías de estos cinturones de viento en zonas ventosas.
¿Va el invento de Shawn Frayne a revolucionar la industria de la producción de energía eléctrica? Desde luego que no. Pero sus ventajas, a pequeña escala, son evidentes: el movimiento que se produce en el aparato es de vibración de la membrana, que está anclada en sus extremos. No hay engranajes móviles ni rodamientos, y las probabilidades de que se rompa son pequeñas. Incluso si así fuera, es posible para alguien con pocos recursos tecnológicos reemplazar la tira elástica con relativa facilidad, y no es caro hacerlo. Compáralo con reemplazar un panel solar roto o un molino convencional - incluso aunque una familia del tercer mundo pudiera comprar uno u otro, que no pueden.
De modo que veremos cómo continúa el desarrollo de estos cinturones de viento de Frayne: su idea es venderlo en el primer mundo para alimentar pequeños aparatos como sensores de temperatura y humedad en edificios, señales de tráfico, etc., y con los beneficios, distribuirlo en el tercer mundo (su idea inicial es proporcionarlo a familias de Haití). Para ello cuenta con la colaboración del Appropriate Infrastructure Development Group, una organización no gubernamental dedicada a proporcionar agua potable, alcantarillado y energía a países en desarrollo.
Aunque está en inglés, merece la pena verlo para ver cómo funciona el aparatejo – aquí tienes un video en el que el propio Frayne explica el concepto y el funcionamiento de su invento, es bastante interesante: